Ni el Milán de Sacchi ni
la “Quinta del Buitre”. Ni el “Dream Team” de Cruyff ni la Brasil del 70 con
Pelé, Tostao y Rivelino. Ni el fútbol elaborado y preciosista del BarÇa de Pep
ni el contraataque mortífero y espeluznante de Mou. Es Manolo Preciado y sus
chavales. La Mareona y sus guerreros. El Sporting de Gijón.
Manuel Preciado
Rebolledo, más conocido en el mundo futbolístico como Manolo Preciado, es ese
entrenador, aparentemente desaliñado y campestre, que domingo a domingo, sólo
tiene un objetivo en mente: obrar el milagro de salvar a su Sporting del
infierno de la segunda división. Y es que este santanderino con bigote, pelo
canoso, y de carácter afable y risueño, fue golpeado duramente por las manos
del destino. En el año 2002, un cáncer le arrebató el amor de su mujer. Cuando
todavía intentaba asimilar la terrible pérdida de su esposa y recién fichado
por el Murcia, una madrugada de Julio sonó su teléfono. Su hijo menor, había
perdido la vida en un accidente de moto.
Tal vez, por ello es un
luchador nato. Un trabajador incansable. Un entrenador con alma de guerrero de
Las Termópilas. Una persona que vive por y para su día a día. Y por eso es el
clavo ardiendo para que año tras año, todo el sportinguismo se ponga en sus
manos para ver si es posible alcanzar el sueño de la permanencia. Él se mueve
como nadie en esos fangos. El sabe lo que es ver la luz en el más oscuro de los
túneles. Quizás porque sabe lo que es sufrir de verdad. Porque sabe lo terrible
que es el no poder conciliar el sueño aunque esté tranquilo. Porque el conoce
la soledad. Él conoce lo que es resistir y aguantar las envestidas de pie. Es
por eso que cuando su equipo peor está, resurge y se eleva con toda la furia
que lleva dentro.
Manolo Preciado no
entiende de fútbol virtuosista ni excelso. O quizás sí que lo sepa pero con
Juan Pablo, Gregory, De las Cuevas, Carmelo, Trejo, Barral, Sangoy and company
poco más se puede hacer. Pero no pasa nada, ahí está Preciado y su Mareona para
soñar. Ayer mismo lo hicieron. Porque cuando todo parecía abocado a un empate
ante el Málaga de Pellegrini, un zambombazo de Trejo en el descuento, sirvió
para que los miles de seguidores sportinguistas vieran más cerquita su anhelado
deseo.
Manolo Preciado es de
carne y hueso.No es un entrenador normal.No quiere fichajes de campanillas ni
megacracks.Él solo quiere salvar al Sporting del abismo...eso, y encontrarse
con su familia en el cielo de El Molinón para poder darle esos besos que
tristemente, hoy, solo puede darles, antes de comenzar los partidos, en la foto de su hijo y su
mujer que lleva siempre en el bolsillo de su chaqueta. Es Preciado y su
milagro. Es Manolo Preciado y su Sporting.
“La vida me ha golpeado
fuerte. Podría haberme hecho vulnerable e incapaz, y acabar pegándome un tiro,
o podría mirar al cielo y crecer. Prefiero la segunda opción.” Manolo Preciado.
Ricardo García
Hola; gracias por pasarte por mi blog, ya te he añadido a mi lista
ResponderEliminarnos leemos
un saludo desde Malaga
Ok Jaime ya te he puesto en mi lista de blog
ResponderEliminarSaludos
Gran artículo, sí señor!
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