Era el día D. Había muchas ganas. Tres años sin
derbi, era demasiado tiempo sin probar uno de los más exquisitos dulces. La
previa se desarrollaba con una normalidad sorprendente y casi inaudita. Las
directivas de ambos equipos jugaban a echarse flores y repartirse abrazos en
los diferentes actos preparados durante la semana. Demasiado empalagoso para mi
juicio. Faltó algo de picante al asunto en forma de declaraciones...y así,
llegó el mejor derbi de nuestra liga...
Saltaron los dos equipos al césped con un ambiente
impresionante luciendo sus mejores galas. Ambiente de partido grande. Eran más
que tres puntos lo que había en juego...
El Betis empezó muy nervioso, no terminaba de
asentarse en el terreno de juego. Demasiadas pérdidas de balón y poca fluidez
en el juego heliopolitano. El Sevilla si salió con las ideas más claras. Bien
dispuesto tácticamente en el campo, el equipo del “cuestionado” Marcelino
García Toral se hacía poco a poco con la manija del encuentro. La dupla Medel –
Trochowski, con un gran Fazio por detrás, cobraba protagonismo y dotaba a su
equipo la consistencia necesaria para que Reyes y Navas salieran como aviones a
buscar la portería contraria. Y así llegó la primera ocasión clara para los de
Nervión. Negredo se quedo mano a mano con Casto, tras un fabuloso pase de
Reyes, pero el meta bético, un partido más inconmensurable bajo palos, le gano
la partida salvando a su equipo del 0-1.
El Sevilla seguía a lo suyo. El Betis no terminaba de encontrar
su fútbol. No había verticalidad en sus hombres de banda ni la dupla Roque –
Rubén era incapaz de hincarle el diente a la rocosa defensa sevillista. Y así
llegó la segunda ocasión clara para los visitantes. Iriney cedía un balón a su
portero, y ahí apareció el canterano Luna, para que no supiera batir a Casto
que mandaba el balón a córner. Volvía a aparecer el meta extremeño.
Estábamos en el min.25. Una falta incomprensible de Fazio sobre
Santa Cruz en la frontal del área, iba a darle la primera ocasión al Betis. Beñat acariciaba
el balón. Lo mimaba. Y ante tanto sometimiento, el balón obedeció. Lanzamiento
magistral del “10” vasco que se coló por encima de la barrera inalcanzable para
Javi Varas. Éxtasis bético. Las 44.000 almas rugieron con el golazo de su león.
Nadie podía creerlo.
Pero ahí estaba Negredo. Minuto 41.Enésima cabalgada
de Navas por banda derecha que regalaba un centro medido y perfecto en carrera,
para que el “9”vallecano con su tremendo salto, solo pusiera su cabeza para
mandar el balón a las mallas. 1-1. Enmudecía el Villamarín. Explotaban los más
de dos mil seguidores sevillistas. Así llegó el descanso.
En la segunda parte cambiaron las tornas. Un Betis
más decidido se estiraba mientras que el Sevilla parecía achacar el tremendo
ritmo e intensidad de la primera parte. Ahora le tocaba aparecer a Javi Varas.
En una gran transición bética, Rubén Castro se internó en el área y su fuerte
zurdazo, algo escorado, lo desviaba el meta visitante con los pies cual portero
de balonmano se tratase. Mel oxigenaba algo a su equipo dándole entrada al
talentoso Pozuelo, que volvía tras su lesión, y quitaba a un gris Jefferson
Montero.
Más tarde entraría Salva Sevilla por un intermitente Juanma, lo
que le dio otro aire al equipo bético. El Betis se echaba arriba. El Sevilla
resistía. El croata Rakitic entraba por un Trochowski que se había vaciado
durante 60 minutos. Y en el minuto 23 todo parecía indicar que los tres puntos
no volarían de Heliópolis. Un error de Fazio, tras una patada sin sentido en
medio campo a Santa Cruz, le costaba la segunda amarilla y dejaba con diez a su
equipo.
Una lástima, porque el argentino estaba realizando un partido
soberbio tanto en defensa, como en las jugadas de estrategia de su equipo en
ataque.
Marcelino le daba entrada a Cáceres por un Luna de
más a menos y con la intención de reforzar el centro de la zaga. El Betis daba
otro pasito hacia delante porque parecía que el gol llegaría. Mel dio entrada a
Molina para buscar la victoria por un omnipresente Beñat ya con la gasolina
agotada. Pero nada más lejos de la realidad.
La tela de
araña que dispuso el Sevilla a raíz de la expulsión, no pudo ser sobrepasada
por un Betis que se estrellaba una y otra vez con el muro nervionense.
Y se acabó. Un puntito y una parte para cada uno.
Los sevillistas, contentos porque resistieron con diez (una vez más) en un
derbi e hicieron una gran primera parte, y los verdiblancos con una sensación
rara, porque el eterno rival, creado para jugar “Champions” no supo sobrepasar
a un Betis, que hizo méritos en la segunda parte para llevarse el partido.
Ricardo García
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