Hay contadas ocasiones en las
que para hacer una crónica de fútbol hay que hablar de todo menos de fútbol
para que salga bien y sea certera. Esta es una de ellas. Hoy le toca el turno
(y me pongo en pie) a su Majestad: el Mirandés.
Y es que estaría aquí
escribiendo de igual forma si el partido hubiese acabado dos-tres minutos
antes, y César Caneda no hubiese tenido tiempo de hacer el tanto final de la
victoria. Porque anoche, amigos, tal vez no viésemos la reencarnación de Dream
Team, de la naranja mecánica o de los chicos de Guardiola, pero lo que sí se
vivió fue una auténtica lección de humildad, de entrega, de pasión, y sobre
todas las cosas, de ilusión. Anoche se respiró fútbol.
Es uno de esos momentos donde no
importa el resultado. España latía al mismo tiempo deseando un último y
definitivo gol del equipo burgalés, por supuesto, pero la hazaña venía de
lejos, y ningún resultado iba a cambiarla fuese negativo o positivo. Mirandés
pasara lo que pasara había tomado la calificación de mito para no soltarla en
mucho tiempo. Concretamente hasta que se nos olvide de nuevo la esencia de esta
gran pasión llamada fútbol, y tenga que venir otro humilde a recordárnoslo.
Y es que llegaba tras la
eliminación de un club que tal vez venga a menos como el Villarreal, sí, pero
un equipo Champions al fin y al cabo, y tras hacer lo correspondiente con otro
Primera División, que se dice pronto, como el Racing de Santander. De un robo
escandaloso como el ocurrido hace ocho días en Cornellá el Prat, con dos
penaltys morrocotudos que todo el mundo vió, excepto un colegiado elegido a
dedo por una Federación corrupta donde mandan los nombres y no los hombres.
Acicate esta de los sueños de todos, cortadora profesional de alas, amparada en
la alta sociedad de clases futbolística, y defensora a ultranza como siempre, y
demuestra cada fin de semana, del continuismo bipartidista de una Liga que
muere poco a poco. Esta victoria también va por ellos, que quisieron asesinar a
la Copa con este sistema de competición, y han recibido el boomerang del
destino.
El Club Deportivo Mirandés, de
84 años de historia, escribió hace unas horas su página más dorada gracias a
los Pablo Infante, Lambarri, César o Nauzet, e hizo recobrar la ilusión por un
deporte que últimamente nos devolvía una hostia cada vez que soñábamos con la
igualdad del mismo, en el amor más allá de unos triunfos, títulos,
condecoraciones o presupuesto. Nos han dado fuerzas para seguir alzando la voz
y luchando por esta palabra llamada fútbol a la que tantos amamos y un día se
nos olvidó querer. Y es que ellos son los responsables de que gente como yo
cantara más ese gol que muchos de los de mi propio equipo, y se que a muchas
más personas les ha ocurrido lo mismo.
Porque anoche, señores, triunfó
el fútbol, y aunque no lo parezca, no solo ganó el Mirandés, sino que lo hizo
España entera, cada uno de los que un día pensamos en que este deporte ya no es
el que un día fue. Anoche, y no me canso de repetirlo, los vencedores no fueron
esos once jugadores de rojo que han logrado pasar a las semifinales de la Copa
de S.M el Rey, sino los miles que han formado parte de esa veterana institución
a lo largo de la historia y que tantas han probado los sinsabores del fútbol
humilde. Esta victoria va por ellos.
Y el cuento aún no ha acabado.
Isaac
Fuentes
Grande Mirandés
ResponderEliminarSaludos
Que gigantes que son esos tipos,trabajan a la mañana y se entrenan a la tarde.Unos capos (como decimos aca),ojala que el Mirandés llegué a la final y la gane.Saludos!!
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